dirigiendo un vinyasa

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En Mandiram Urquinaona

sábado, 30 de enero de 2021

Mi camino hacia el yoga



Antes de entrar en temas más complejos del yoga, quiero contaros un poco sobre mí y cómo empezó este camino que hoy forma parte esencial de mi vida.

Si no hubiera encontrado el yoga, probablemente hoy estaría en una situación física complicada, además de haber pasado por momentos de crisis depresiva. Comparto esto porque quiero que sepáis que no soy una persona perfecta ni con un pasado “ideal”: como tod@s, he atravesado dificultades y aprendizajes.

Tenía 19 años cuando, junto a una amiga, comencé a asistir a clases de yoga por las tardes, una o dos veces por semana, en una escuela de mi ciudad. Lo que empezó como una experiencia compartida con mi amiga pronto se transformó en un descubrimiento profundo conmigo misma y con mi cuerpo. Esa práctica me acompañó durante dos años, hasta que la profesora dejó de dar las clases.

Más adelante, al mudarme con mi pareja a una casa ocupada que compartíamos con otras personas, viví un periodo muy intenso, de activismo, viajes, fiestas y también de excesos. Fue una etapa de búsqueda y de experiencias, donde pasaron por mi vida muchas personas. Entre ellas, alguien muy especial: Gatto (Máximo), como todos lo llamaban.

Él no era indio ni venía del Himalaya, pero se había entregado profundamente al yoga y a su filosofía. Puedo decir con certeza que fue mi maestro, un verdadero guía. Su vida no había sido fácil, pero en su rostro brillaba siempre una sonrisa luminosa y una bondad enorme. Con él medité, aprendí a vivir sin miedo y a enfrentar las dificultades con coraje. Siempre me repetía: “Yoga, Ari… por cualquier cosa, yoga”. Nuestra amistad duró unos 7 años, y aunque la vida nos separó, siempre lo recordaré con gratitud.

Gracias a su inspiración, años más tarde retomé mi práctica con más fuerza. En 2015 decidí formarme como profesora para poder compartir lo aprendido con los demás. Desde entonces he seguido formándome, perfeccionando mi práctica y alimentando mi curiosidad. Empecé dando sustituciones, luego creé mis propias clases, y a pesar de la pandemia, hoy sigo adelante con alumn@s fieles y con la ilusión de seguir creciendo y expandiendo este camino.

El yoga me ha enseñado que la vida está en constante movimiento, como las olas del mar: nunca permanece igual, siempre cambia. Mi motivación y mi visión siguen firmes, y estoy convencida de que cada paso, cada persona y cada experiencia forman parte de este viaje infinito.

🙏 Namasté




sábado, 23 de enero de 2021

Nuevos retos en mi práctica y enseñanza de yoga


Con el inicio del nuevo año me propuse abrir espacio a la novedad, tanto en mi práctica personal como en la enseñanza. Habitualmente doy dos clases: los martes, donde hemos trabajado hatha, yoga restaurativo o suave; y los jueves, dedicados al vinyasa. Son prácticas muy diferentes entre sí, pero ambas nos llevan a un mismo destino: la meditación.

Sin embargo, en este camino no todo es sencillo. Una de las mayores dificultades que encontramos es mantenernos en un estado de atención plena y presencia firme. Solemos usar la expresión “el aquí y el ahora” para ayudar al alumno a comprenderlo mejor, porque es justamente esa presencia la que nos sostiene en cada postura y nos permite sentir cómo responde el cuerpo. A veces surge bienestar; otras, incomodidad o incluso la necesidad de salir antes de tiempo de una asana.

Lo importante es entender que cuando el cuerpo envía señales, es algo positivo: nos invita a escuchar y ajustar. Tal vez con una pequeña modificación en la alineación o adaptando la postura podemos permanecer en ella sin renunciar a la experiencia. Con el tiempo —y con constancia— muchas de esas incomodidades desaparecen y damos pasos hacia una práctica más profunda.

El único verdadero obstáculo aparece cuando dejamos de practicar durante un periodo. Al regresar, el cuerpo nos pide paciencia y moderación para recuperar los patrones que había adquirido. Yo misma he comprobado esto una y otra vez, y lo he llevado a la esterilla con mis alumnas.

Pero hay una dificultad aún más grande que el cuerpo: la mente.
Si la mente está pesada, el cuerpo también lo estará. Si está estresada, el cuerpo lo resentirá. Si está llena de pensamientos agitados, nos resultará casi imposible permanecer en una asana por mucho tiempo.

Recuerdo que una alumna me dijo una vez:
"No puedo quedarme mucho en una postura, me viene mejor un vinyasa para tranquilizar mi mente."

Esa frase me hizo reflexionar profundamente. El maestro Paramahansa Yogananda ya lo afirmaba: la mente es el factor que más influye en la práctica de asanas. El yogui sensible descubre que cuerpo y mente están íntimamente conectados, que se influyen en un instante.

El yoga, en su esencia, busca precisamente esa unión: trabajar ambas dimensiones a la vez. Por eso es necesario ser constante, encontrar un lugar y una hora para practicar, y —sobre todo si se está empezando— contar con la guía de un buen maestro o maestra que oriente la alineación corporal y ayude a intensificar la experiencia.

Los problemas de la mente son, en muchos casos, los más evidentes y los que más nos limitan. Encontrar herramientas para afrontarlos es clave. Por un bello azar de la vida, me sumergí en la práctica del Ananda Yoga, y allí encontré respuestas a las dificultades que me compartió aquella alumna.

Por eso este nuevo año he decidido que las clases de los martes las dedicaré al Ananda Yoga. Cada asana irá acompañada de una afirmación consciente, y antes de comenzar trabajaremos un pranayama en movimiento —el Dirgha Pranayama— para preparar la mente y el cuerpo antes del Surya Namaskar (Saludo al Sol) y de la práctica física.

Es pronto para hablar de resultados, pero estoy convencida de que este camino dará frutos. Al final, la clave está en confiar, practicar y cultivar la paciencia. Porque la paciencia, en yoga como en la vida, no es una obligación: es un acto de amor. 💜💗🙏


🕉️ Yoga, concentración y presencia

 Hace poco leí un post sobre algunas afirmaciones de  Patanjali , el gran sabio del yoga. Algún día os hablaré con más detalle sobre él y so...