dirigiendo un vinyasa

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En Mandiram Urquinaona

domingo, 21 de febrero de 2021

Un viaje a través de los chakras en yoga



Al comenzar este nuevo año, inspirándome en el trabajo de Mark Stephens —profesor, formador y autor de libros muy didácticos para profesionales del yoga dinámico— quiero compartir con vosotr@s una reflexión y una guía sobre el trabajo energético con los chakras.

En yoga, muchas prácticas avanzadas tienen como objetivo abrir y expandir la energía pránica que fluye a través de la columna vertebral (sushumna) y los canales energéticos (nadis). En este recorrido, la atención se centra en siete puntos principales, llamados chakras (del sánscrito: “ruedas”), que actúan como vórtices energéticos a lo largo de la columna vertebral.

Es importante recordar que los chakras están conectados por los nadis, que no deben confundirse con los nervios: son una parte más sutil de nuestro ser. Trabajar con los chakras no es un ejercicio físico cualquiera; es un viaje profundo de sanación en el que alcanzamos bienestar a nivel físico, mental y espiritual.

Por eso, el estudio y la práctica de los chakras suelen considerarse parte de un nivel avanzado de yoga. No suelen enseñarse en clases de principiantes, ya que su apertura puede generar sensaciones intensas. Antes de llegar a este trabajo, es fundamental aprender cómo contraer o relajar los músculos en una asana y desarrollar una base sólida de fuerza y respiración.


Los 7 Chakras y sus características

  1. Muladhara (Raíz)
    📍 Situado en la base de la columna.
    🎨 Color: Rojo.
    🌱 Punto de inicio para despertar la energía kundalini shakti.

  2. Swadhisthana (Sacro)
    📍 Zona de los genitales.
    🎨 Color: Naranja.
    🌊 Relacionado con la creatividad y las emociones.

  3. Manipura (Plexo solar)
    📍 A la altura del ombligo.
    🎨 Color: Amarillo.
    🔥 Fuente de poder personal y transformación.

  4. Anahata (Corazón)
    📍 Detrás del corazón.
    🎨 Color: Verde o rosa.
    💚 Centro del amor, la compasión y la conexión.

  5. Vishuddha (Garganta)
    📍 Zona de la garganta.
    🎨 Color: Azul.
    🔔 Relacionado con la comunicación y la verdad.

  6. Ajna (Tercer ojo)
    📍 Entre las cejas.
    🎨 Color: Índigo.
    👁️ Centro de la intuición y la sabiduría.

  7. Sahasrara (Corona)
    📍 Parte superior de la cabeza (coronilla).
    🎨 Color: Violeta o blanco.
    🌌 Conexión con la conciencia superior y lo infinito.


La columna vertebral: el Árbol de la Vida

Al final, todo este viaje energético se sostiene en un mismo eje: la columna vertebral, considerada por muchos maestros como el verdadero Árbol de la Vida. B.K.S. Iyengar lo expresaba así, y la práctica del yoga lo confirma una y otra vez: en nuestra columna se encuentran las raíces de la conexión entre cuerpo, mente y espíritu.

Por eso, antes de profundizar en el conocimiento energético, es necesario fortalecer el sistema muscular y respiratorio, porque son ellos los que sostienen y preparan el camino hacia un trabajo más sutil y profundo.


✨ Espero que este pequeño viaje por los chakras te haya inspirado. Me encantaría leer tus comentarios y, en cuanto pueda, los responderé con mucho gusto.

🙏 Namasté




viernes, 12 de febrero de 2021

Yoga en tiempos de cambios: entre la distancia y la necesidad de conexión

Los tiempos han cambiado. Nos guste o no, este virus ha transformado nuestra forma de vivir, relacionarnos y también de practicar. Desde hace más de un año estamos construyendo nuevos hábitos y costumbres, algunos adoptados por elección y otros impuestos por normas y restricciones.

Lo más duro, sin duda, ha sido mantenernos a distancia: sin abrazos, sin charlas cercanas, sin sonrisas compartidas. Y, en el caso del yoga, sin la posibilidad de dirigir una clase sintiendo la presencia del grupo, mirando a los ojos a cada alumno o dando un ajuste con la voz y con las manos. Eso, que antes era natural y cotidiano, hoy parece todavía lejano.

Me pregunto: ¿de verdad nos acostumbraremos a esta nueva forma de relacionarnos? ¿Será tan sencillo aceptar este cambio, aunque ya lo estemos viviendo día a día?

Por mi parte, echo mucho de menos esas clases presenciales donde la energía se funde y se expande, donde la mirada y el contacto fortalecen la relación entre maestr@s y alumn@s.

Las clases online tienen su lado positivo, eso sí. Nos permiten ahorrar tiempo, evitar el tráfico, reducir gastos y contaminación, y organizarnos con más eficiencia. Pero también dejan al margen esa parte humana y energética que solo se siente en un espacio compartido.

Creo que es un tema muy actual y me encantaría abrir un debate aquí:
👉 ¿Qué beneficios encuentras tú en las clases online?
👉 ¿Qué es lo que más echas de menos de las presenciales?

Es importante que compartamos nuestras experiencias y pensamientos, porque cada visión es única y puede enriquecer a los demás.

Por último, hay un aspecto que me inquieta: el futuro de las clases presenciales. ¿Será necesario vacunarse o usar mascarilla para poder volver a una sala? ¿Qué pasará con esa libertad de decidir? En yoga, la respiración es esencial, y resulta difícil imaginar una práctica profunda con mascarilla.

No tengo todas las respuestas, pero sí una certeza: necesitamos reflexionar juntos, mantenernos despiertos y no dejar que otros decidan por nosotros qué hábitos o costumbres adoptar sin cuestionarlos.

✨ Te invito a dejar aquí tu comentario:

  • ¿Cómo estás viviendo esta etapa de cambios?

  • ¿Qué piensas sobre el futuro de nuestras clases?

Me encantará leerte y responderte.

🙏 Namasté



viernes, 5 de febrero de 2021

El valor de las posturas de equilibrio en yoga


Permanecer en equilibrio —ya sea sobre un pie o apoyad@s en las manos— representa para much@s de nosotr@s un gran reto. La sensación de sostener el cuerpo por algunos segundos o minutos en una postura poco habitual puede resultar incómoda e inestable. Sin embargo, la curiosidad y el deseo de superarnos nos llevan a intentarlo una y otra vez, hasta encontrar ese instante mágico en el que mente y cuerpo se alinean… y el equilibrio aparece.

Lo que ocurre es que estamos viviendo una experiencia muy distinta a la habitual. Nuestro cuerpo está acostumbrado a caminar sobre dos pies, no sobre uno solo ni mucho menos sobre las manos. Por eso, cuando estas posturas aparecen en una clase de yoga, nos confrontan con algo nuevo. Y aunque al principio puedan parecernos difíciles o extrañas, están allí para enseñarnos y para invitarnos a explorar nuestras posibilidades.

Con la guía adecuada de la maestra o del maestro, llega el momento en que comprendemos el asana y conseguimos sostenerlo. Y entonces descubrimos que estas posturas no solo entrenan el cuerpo, sino que también generan un efecto boomerang: vuelven a nosotr@s en forma de equilibrio emocional.

El yoga nos enseña que el trabajo físico y el trabajo interior van de la mano. Al mantener una postura de equilibrio, no solo fortalecemos músculos específicos y mejoramos la estabilidad corporal, sino que también cultivamos concentración, paciencia, calma y presencia en el aquí y ahora. Estos beneficios se trasladan a la vida diaria, ayudándonos a manejar emociones intensas como la ansiedad, el miedo o la tristeza.

Por eso en las clases de yoga para niñ@s, muchas veces se incluyen juegos con posturas de equilibrio acompañados de cantos o dibujos. A través del juego, los más pequeños aprenden a reconocer sus emociones, a disfrutar del momento y a expresarse de manera saludable.

En el caso de l@s adult@s, los beneficios son igualmente profundos:

  • Mayor concentración y atención plena.

  • Reducción de la ansiedad y el estrés.

  • Cultivo de la paciencia y la ecuanimidad.

  • Mejora de la postura, la fuerza y la estabilidad corporal.

La clave está en la práctica constante. Cada asana tiene su manera de entrar y salir, y requiere activar determinados músculos para sostener la postura. Quien practica con asiduidad aprende, poco a poco, a encontrar ese equilibrio desde la calma y la concentración.

Un consejo: una vez que descubras la fuerza y la serenidad que se despiertan en ti gracias a estas posturas, no dejes de practicarlas. Una clase de yoga completa debería incluir siempre una o varias asanas de equilibrio, porque son esenciales para el desarrollo físico, mental y espiritual.

Así que, si aún no has probado el yoga, quizás este sea el momento. No lo pienses demasiado: regálate la oportunidad de experimentar el juego del equilibrio. 🌸

🙏 Namasté











sábado, 30 de enero de 2021

Mi camino hacia el yoga



Antes de entrar en temas más complejos del yoga, quiero contaros un poco sobre mí y cómo empezó este camino que hoy forma parte esencial de mi vida.

Si no hubiera encontrado el yoga, probablemente hoy estaría en una situación física complicada, además de haber pasado por momentos de crisis depresiva. Comparto esto porque quiero que sepáis que no soy una persona perfecta ni con un pasado “ideal”: como tod@s, he atravesado dificultades y aprendizajes.

Tenía 19 años cuando, junto a una amiga, comencé a asistir a clases de yoga por las tardes, una o dos veces por semana, en una escuela de mi ciudad. Lo que empezó como una experiencia compartida con mi amiga pronto se transformó en un descubrimiento profundo conmigo misma y con mi cuerpo. Esa práctica me acompañó durante dos años, hasta que la profesora dejó de dar las clases.

Más adelante, al mudarme con mi pareja a una casa ocupada que compartíamos con otras personas, viví un periodo muy intenso, de activismo, viajes, fiestas y también de excesos. Fue una etapa de búsqueda y de experiencias, donde pasaron por mi vida muchas personas. Entre ellas, alguien muy especial: Gatto (Máximo), como todos lo llamaban.

Él no era indio ni venía del Himalaya, pero se había entregado profundamente al yoga y a su filosofía. Puedo decir con certeza que fue mi maestro, un verdadero guía. Su vida no había sido fácil, pero en su rostro brillaba siempre una sonrisa luminosa y una bondad enorme. Con él medité, aprendí a vivir sin miedo y a enfrentar las dificultades con coraje. Siempre me repetía: “Yoga, Ari… por cualquier cosa, yoga”. Nuestra amistad duró unos 7 años, y aunque la vida nos separó, siempre lo recordaré con gratitud.

Gracias a su inspiración, años más tarde retomé mi práctica con más fuerza. En 2015 decidí formarme como profesora para poder compartir lo aprendido con los demás. Desde entonces he seguido formándome, perfeccionando mi práctica y alimentando mi curiosidad. Empecé dando sustituciones, luego creé mis propias clases, y a pesar de la pandemia, hoy sigo adelante con alumn@s fieles y con la ilusión de seguir creciendo y expandiendo este camino.

El yoga me ha enseñado que la vida está en constante movimiento, como las olas del mar: nunca permanece igual, siempre cambia. Mi motivación y mi visión siguen firmes, y estoy convencida de que cada paso, cada persona y cada experiencia forman parte de este viaje infinito.

🙏 Namasté




sábado, 23 de enero de 2021

Nuevos retos en mi práctica y enseñanza de yoga


Con el inicio del nuevo año me propuse abrir espacio a la novedad, tanto en mi práctica personal como en la enseñanza. Habitualmente doy dos clases: los martes, donde hemos trabajado hatha, yoga restaurativo o suave; y los jueves, dedicados al vinyasa. Son prácticas muy diferentes entre sí, pero ambas nos llevan a un mismo destino: la meditación.

Sin embargo, en este camino no todo es sencillo. Una de las mayores dificultades que encontramos es mantenernos en un estado de atención plena y presencia firme. Solemos usar la expresión “el aquí y el ahora” para ayudar al alumno a comprenderlo mejor, porque es justamente esa presencia la que nos sostiene en cada postura y nos permite sentir cómo responde el cuerpo. A veces surge bienestar; otras, incomodidad o incluso la necesidad de salir antes de tiempo de una asana.

Lo importante es entender que cuando el cuerpo envía señales, es algo positivo: nos invita a escuchar y ajustar. Tal vez con una pequeña modificación en la alineación o adaptando la postura podemos permanecer en ella sin renunciar a la experiencia. Con el tiempo —y con constancia— muchas de esas incomodidades desaparecen y damos pasos hacia una práctica más profunda.

El único verdadero obstáculo aparece cuando dejamos de practicar durante un periodo. Al regresar, el cuerpo nos pide paciencia y moderación para recuperar los patrones que había adquirido. Yo misma he comprobado esto una y otra vez, y lo he llevado a la esterilla con mis alumnas.

Pero hay una dificultad aún más grande que el cuerpo: la mente.
Si la mente está pesada, el cuerpo también lo estará. Si está estresada, el cuerpo lo resentirá. Si está llena de pensamientos agitados, nos resultará casi imposible permanecer en una asana por mucho tiempo.

Recuerdo que una alumna me dijo una vez:
"No puedo quedarme mucho en una postura, me viene mejor un vinyasa para tranquilizar mi mente."

Esa frase me hizo reflexionar profundamente. El maestro Paramahansa Yogananda ya lo afirmaba: la mente es el factor que más influye en la práctica de asanas. El yogui sensible descubre que cuerpo y mente están íntimamente conectados, que se influyen en un instante.

El yoga, en su esencia, busca precisamente esa unión: trabajar ambas dimensiones a la vez. Por eso es necesario ser constante, encontrar un lugar y una hora para practicar, y —sobre todo si se está empezando— contar con la guía de un buen maestro o maestra que oriente la alineación corporal y ayude a intensificar la experiencia.

Los problemas de la mente son, en muchos casos, los más evidentes y los que más nos limitan. Encontrar herramientas para afrontarlos es clave. Por un bello azar de la vida, me sumergí en la práctica del Ananda Yoga, y allí encontré respuestas a las dificultades que me compartió aquella alumna.

Por eso este nuevo año he decidido que las clases de los martes las dedicaré al Ananda Yoga. Cada asana irá acompañada de una afirmación consciente, y antes de comenzar trabajaremos un pranayama en movimiento —el Dirgha Pranayama— para preparar la mente y el cuerpo antes del Surya Namaskar (Saludo al Sol) y de la práctica física.

Es pronto para hablar de resultados, pero estoy convencida de que este camino dará frutos. Al final, la clave está en confiar, practicar y cultivar la paciencia. Porque la paciencia, en yoga como en la vida, no es una obligación: es un acto de amor. 💜💗🙏


🕉️ Yoga, concentración y presencia

 Hace poco leí un post sobre algunas afirmaciones de  Patanjali , el gran sabio del yoga. Algún día os hablaré con más detalle sobre él y so...